El Despertar de Bella

El príncipe entro a la habitación con rapidez y sus ojos se toparon con una cama, en ella estaba recostada lo que se podía distinguir a una joven en pleno sueño eterno, se acerco con sumo cuidado, abrió los ventanales y así pudo entra la luz del sol, haciendo relucir el cuerpo de la joven, el príncipe la observo admirado, era apenas una joven de apenas 15 años edad en donde la maldición cayo en su reino.

Su piel era blanca y suave, su gran cabellera dorada caía por los lados de la cama, el viejo vestido que le cubría, hacia notar sus senos firmes y redondos, su delgada figura, y de su entrepierna se distinguía perfectamente; el príncipe dio un suave suspiro, con su espada corto la tela del desgastado vestido de la joven, y con la misma le retiro el vestido, sus senos blancos y suaves, tan firmes estaban descubiertos, adoro los pezones de sus senos que eran rosados, tal si fueran dos pequeños botones de rosa, tan exquisitos, le retiro completamente lo que la había vestido por más de 100 años su entrepierna tupida de aquel vello rizado y castaño.

Lo invadió una enorme éxtasis, el príncipe se retiro rápidamente su armadura, y se subió encima de la joven, lamío sus senos con ansiedad, mientras su mano diestra bajaba hacia su pubis, mordisqueaba los pequeños pezones rosados, la joven con los labios semi abiertos, fruncía levemente el ceño, de inmediato la mano del príncipe percibió la humedad que soltaba su entrepierna, tan calida, tan blanda, succiona cada uno los pezones, se arrodillo sobre la cama, y con casi desesperación, le abrió las piernas, lamiéndole con deseo la tierna piel de sus muslos, siguió palpando su entrepierna, sintiendo la suavidad de aquellos labios tiernos y húmedos, los cuales fue abriendo lentamente, hasta toparse con el pequeño nódulo de carne que estaba entre sus labios inferiores, con amabas manos la levanto, su cabeza Caía hacia atrás, el se acomodo, y teniéndola sujetada con su fuerte brazo izquierdo, el príncipe abrió sus ropas y extrajo su miembro totalmente erguido, tan deseoso, entro en ella, con tremenda embestida que pudo sentir como la delicada membrana la cual señalaba su castidad se desgarraba, la siguió embistiendo con algo de suavidad, la joven pareció dar un gemido suave, casi mudo, el llevo sus labios a los de ella, con su lengua le abrió los labios, con voracidad parecía robarle el aliento, lamió sus labios tan dulces, delicadamente bellos, mientras seguía entrando en ella, se aferro a su cuerpo, sintiendo como su simiente estallaba dentro de ella, súbitamente abrió los ojos la joven, eternamente azules, una mirada, sin malicia, lo miro asustada, aturdida al verlo. Pero el solo beso sus mejillas, bajo hacia su garganta, estrujo sus senos palpitantes, que se agitaban con la respiración de ella, la observo y susurrando le dijo, Bella... mi princesa...